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La historia de la mostaza de Dijon 

 

La mostaza es una especia antigua y romántica, y a lo largo del tiempo se ha mantenido como uno de los condimentos más populares del mundo. Tanto la semilla como la planta de mostaza se han glorificado durante siglos en la conversación, la literatura y la poesía. Su uso se remonta a tiempos prehistóricos. Los chinos han cultivado mostaza durante más de 3000 años. Los egipcios lo consumían metiéndose las semillas en la boca mientras masticaban carne. Los griegos usaban mostaza para condimentar asados ​​y guisos. Los romanos llevaron semillas de mostaza con ellos a Francia, saboreándolas a lo largo del camino donde las plantas pronto crecieron silvestres y florecieron en las fértiles laderas. 

Sin duda, la capital mundial de la mostaza es Dijon en el este de Francia. Esta pintoresca ciudad ganó su reputación como hogar de maestros productores de mostaza en el siglo XIII. A los franceses les apasionaba la mostaza, considerándola el condimento de los reyes. 

Toda la mostaza de Dijon está hecha de semillas de mostaza marrón o negra, las más fuertes y sabrosas. Después de moler las semillas y quitar la cáscara, se agrega vino blanco o vinagre junto con clavo, canela y otras especias y hierbas especiales. Las mostazas al estilo de Dijon no siempre se elaboran en Dijon, pero donde sea que se hagan, hay un parentesco culinario que las une a todas. 

La mostaza de Dijon ha ocupado su lugar como elemento básico en la cocina creativa. Además de servirse sobre carnes, salchichas y quesos preparados, muchas recetas conocidas requieren mostaza. El pollo Dijon, la vinagreta de Dijon, el pan de Dijon, un sándwich de pastrón y la sopa de salchicha de Dijon son algunos de los platos más populares.  La mostaza Dijon es uno de los placeres más finos de la vida.

 

 

Historia de las conservas

 

Referencia: (http://conservasenlata.com/la-conserva-en-lata/historia-de-la-conserva/)

 

El hombre siempre ha querido conservar los alimentos cazados o recolectados, una vez saciadas sus necesidades inmediatas, porque se degradaban rápidamente.

Los hombres de las cavernas ya conocían la salazón, el ahumado o el uso de hielo para la conservación. 

Los egipcios exportaban pescado ahumado.

Las travesías del océano hacia las Américas se hacían a base de frutos secos, semillas y salazones, aunque con el riesgo de una misteriosa enfermedad, el escorbuto, debida a la falta de vitaminas.

También se sabía que las frutas y algunos vegetales podían ser conservados en azúcar, y ciertas legumbres y frutos toleraban el vinagre. Pero todos estos procedimientos conservaban los alimentos por poco tiempo y con escasas garantías.

Todo cambió a finales del siglo XVIII. 

Napoleón, al que se le atribuye la frase “ganarán los ejércitos mejor alimentados”, había conquistado prácticamente toda Europa cuando su ejército pasó una terrible hambruna durante la campaña de Rusia. El emperador ofreció entonces una recompensa a quien le presentara “un método para mantener los alimentos largo tiempo y en buen estado”.

Nicolás Appert, un modesto investigador francés al que, con razón, se le otorgó en su tiempo el título de “Benefactor de la Humanidad”, tras años de investigación, averiguó que se podían conservar alimentos por calor en recipientes herméticamente cerrados: ganó la famosa recompensa de 12.000 francos en 1810. 

Al principio se utilizaron para estas conservas recipientes de vidrio, pero inmediatamente el inglés Peter Durand empezó a utilizar envases de hojalata que dotaron a la conserva de mayor resistencia y la preservaron del efecto de la luz, que deteriora el contenido vitamínico.

Hacia 1900 se sustituye la fritura de los alimentos en conserva por la cocción a vapor, lo que abarata sensiblemente el proceso, y se populariza en todo el mundo el nombre del “sistema de cocción español”.

 

 

Aderezo Ranch

 

Se conoce como Ranch Sauce o Ranch Dressing a una de las salsas más populares de Estados Unidos, un aderezo que al parecer, fue creado en 1954 en un rancho cercano a Santa Bárbara (California), el Hidden Valley Ranch, donde Steve y Gayle Henson lo servían a sus huéspedes en platos de verdura o ensaladas.

Tanto el paquete de condimentos como la salsa ya terminada en botella, sigue siendo uno de los aderezos que más gustan para disfrutar como dip, para mojar aros de cebolla fritos, alitas de pollo, para aliñar ensaladas o enriquecer tacos, hamburguesas…

Cuáles son los condimentos que la componen? la verdad es que con certeza no se conoce, se habla de mayonesa, manteca, crema agria o suero de leche, ajo, cebolla, ciboulette, perejil, eneldo, pimienta negra, mostaza y pimentón. De todas formas, es una salsa que se ha replicado en muchos hogares y hoy en día se pueden encontrar tantas variantes como cocineros que elaboran el aderezo ranchero.

 

 

Aderezo Caesar

 

El creador de la auténtica ensalada césar fue Caesar Cardini, un chef italiano que emigró de Milano a México, donde regentaba junto a su hermano varios restaurantes en una conocida zona turística de Tijuana.

Dicen que esta receta surgió simplemente de casualidad. Un fin de semana llegó una multitud de turistas al restaurante de los hermanos Cardini. En ese momento andaban escasos de provisiones y no tenían prácticamente nada que ofrecerles. Sin embargo a César se le ocurrió crear una ensalada con los alimentos que tenía a mano: sobrantes de comida de días anteriores, lechuga romana, huevos, queso italiano, algunos limones y pan seco. Tomó todos estos ingredientes y los colocó en un tazón, al que luego le añadió una salsa que preparó rápidamente inspirándose en una vieja receta familiar en tiempos de escasez en Italia.

Realmente el éxito de este plato estaba en su aderezo, en su salsa. Así que en 1938 Cardini se traslada a Los Ángeles y empieza a embotellarla hasta que finalmente la patenta.

 

 

Nubes de tomate y de ajo

 

“El nombre de las Nubes es el resultado del proceso de producción de este tipo de productos. Durante su fabricación, en uno de los pasos finales, se produce un efecto visual similar a la formación de nubes, por lo que nos pareció una buena idea bautizarlos así” explica María Jesús Fogliatta, jefa de marketing de San Giorgio, pioneros en el mercado.

Se trata de condimentos “para facilitarle la tarea a quien quiera cocinar”, aclaran sus creadores, “variedades de tomate y ajo que le suman sabor a los platos, sin grandes conocimientos”.

“Son productos completamente naturales, sin agregados, conservantes ni saborizantes. Aunque no son un alimento en sí, sino mas bien un complemento, comparten cualidades y beneficios con los ingredientes utilizados por esta rama de la gastronomía”

Solubles en agua, las nubes pueden usarse en vinagretas, sopas, salsas, y no se alteran sus propiedades, por lo que se pueden tener en la alacena para esos momentos en los que no hay tiempo o ganas de meter mano a tomates o ajos, o cuando al cocinar nos faltó un ingrediente. Como sabor predominante o acompañante de un plato, las nubes pueden ser un aliado.

 

 

Divella: una larga historia de pasión y tradición 

 

La "Pasión por el Mediterráneo" comenzó en 1890. Ese año, el fundador Francesco Divella construyó el primer molino de producción de harina en Rutigliano, en la región de Apulia y evolucionó hasta convertirse en F. Divella S.p., una de las empresas de pasta más importantes de Italia.

La producción comenzó en una fábrica de pasta artesanal entre 1910 y 1920, ya que la pasta y otros productos alimenticios básicos eran caseros. Por lo tanto, en la década de 1920, Francesco Divella y la segunda generación que heredaba la dirección de la empresa, construyeron un molino de trigo duro en las cercanías de Noicattaro. 

Siguieron los años oscuros de la guerra que impuso el racionamiento de harinas y pastas. A pesar del difícil período, la fábrica de pasta de Rutigliano comenzó a registrar los primeros aumentos de producción, que coincidieron con un cambio histórico en los hábitos de consumo a partir de finales de la década de 1960 y se terminó de consolidar con el boom económico de la década de 1970, cuando la tercera generación se incorporó y tomó definitivamente las riendas de la empresa durante la década de los 80.

En enero de 1989, Divella inauguró su nueva planta de producción, continuando hasta el día de hoy con la cuarta generación. El compromiso diario de 320 trabajadores permitió a Divella alcanzar un papel de liderazgo en los mercados locales y globales. Las figuras hablan por si mismas. Los molinos muelen diariamente 1200 toneladas de trigo duro y 400 toneladas de trigo blando. La fábrica de pasta produce alrededor de 1000 toneladas de pasta seca por día, 35 toneladas de pasta fresca, para más de 150 formas de pasta para satisfacer los gustos más exigentes.